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La Ola

4 Abr

Hace ya más de cincuenta años, exactamente en 1967, el profesor de historia Ron Jones elaboró un experimento durante cuatro días en el Instituto Sophomore de Palo Alto, California. El experimento consistía en dar a los alumnos una serie de órdenes de disciplina y convivencia básicas: Mantenerse sentados en sus puestos, levantarse para hablar, no hacer ruido durante más de 30 segundos, creó un saludo propio para el grupo, etc. El segundo día, dio un nombre al grupo: «The Third Wave» (la tercera ola) y ordenó a los alumnos que continuaran el comportamiento de clase fuera de las aulas.

El experimento tomó vida propia. El tercer día pasaron de 30 alumnos a ser 43 y, al final de la clase, cuando el profesor les dio unas pautas para iniciar a los nuevos candidatos que quisieran pertenecer al grupo, pasaban de los 200 alumnos. De hecho, Jones se sorprendió por como, algunos de sus alumnos, comenzaron a avisarle cuando otros miembros del grupo no cumplían las ‘normas’. El cuarto día, al ver que se le iba de las manos, Jones decidió poner fin a su experimento. Ordenó a sus alumnos que prepararan una campaña para el día siguiente, el viernes, en el que todos se reunirían y elegirían a un presidente, contándoles que, incluso, la televisión estaría presente.

Sin embargo, lo que los alumnos encontraron aquel día fue el anuncio por parte del profesor de que todo había sido un experimento, mostrándoles cómo había sido posible el nazismo en Alemania y mostrándoles, para terminar, un video sobre la Alemania de Hitler. Esta historia, quedó más tarde reflejada en el libro ‘The Wave’ de Todd Straser, bajo el pseudónimo de Morton Rhue; novela en la que se basaría la película alemana de 2008 ‘Die Welle‘, La Ola, en su traducción al castellano.

La duda que nos surge, y que ha surgido a muchos psicólogos tras este experimento, es aquella acerca de la posibilidad de controlar y dirigir a un grupo tan grande de gente con mentes tan maleables (recordemos que se trata de adolescentes en su peor etapa) y de que puedan llegar a convertirse en una amenaza, como ocurrió con el nazismo en una época difícil de olvidar. En mi opinión, esperemos que esto no suceda aunque, a pesar de todo, nos encontramos en un momento en el que, una mínima chispa y una supuesta ‘alma carismática’ podrían agitar el mundo de tal manera que se cambie por completo el orden establecido, como hemos visto en tantas revueltas en el Mundo Árabe. Así que indignémonos, pero siempre respetando a los demás y de una manera pacífica. Como propone Stephane Hessel, por ejemplo.

Clint Eastwood no ha muerto

22 Mar

Clint Eastwood es un hombre que, sin duda, ha cambiado las vidas de unas cuantas generaciones. Ya no solo por su papel como actor en películas como El bueno, el feo y el malo, o Harry el Sucio; sino también por su faceta como director, asombrándonos con maravillas como Million Dollar Baby o Grand Torino. Pero su influencia no acaba aquí. La música también está recibiendo sus influencias y plasmándolas en un arte completamente diferente, pero que al mismo tiempo bebe de las mismas fuentes que el cine muchas veces.

En el día de ayer, los tuiteros nos encontramos con el gran Clint entre los trending topics españoles. -«¿Ha muerto?» -comentó algún espabilado en el primer momento. Qué tristeza que piense la gente así. A nuestro, ahora director, aún le queda mucho tiempo. Por favor, si acaba de estrenar una película (Más allá de la vida). Lo cierto es que se trata de una nueva canción. Al single de Gorillaz, conocido, espero, por la gran mayoría de musicoadictos, se une el grupo catalán Antònia Font. A la espera de su nuevo disco, en catalán, Lamparetes, acaba de salir su primer single, titulado con el nombre del actor. Se quejarán de la publicidad que la red social les ha dado, gratuitamente por supuesto. Aunque, no por ello debemos menospreciar a una de las tantas bandas que, en la actualidad, están comenzando a destacar en el ambiente musical catalán.

A continuación os dejo ambos singles, el de Gorillaz y el nuevo de Antònia Font, sin desperdicio, ninguno de los dos, aunque para nada tienen algo que ver. Dos puntos de vista de una misma historia.

Clint Eastwood, de Antònia Font

La realidad de Internet

3 Feb

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Me he vuelto a quedar dormido, así es. Lo cierto es que había hecho una especie de apuesta personal acerca de cuanto tiempo iba a durar en este nuevo cuatrimestre sin quedarme dormido por las mañanas y, lo cierto es que no ha sido muy esperanzador ya que la segunda semana he caído. Pero, y a pesar del sueño que me ha impedido ir a la asignatura que más interesante me parece (encima), hoy me apetecía hablar de otros temas. Relacionado también con las clases, ayer nos vimos obligados a entrevistar o encuestar a una serie de personas mayores (también alguna joven) con la intención de tomar datos para un ensayo que tendré que terminar en unas horas acerca de los cambios en la sociedad debido al uso cada vez mayor de Internet en nuestras vidas.

En un primer momento, cuando comenzó el uso masivo de Internet como forma de comunicación sobre todo, los teóricos y «gurús» de esta nueva tecnología (que al parecer ya no es tan nueva ya que a los jóvenes nos parece haber nacido con ella ya existiendo) plantearon la posible idea de que Internet conllevara el aislamiento de la persona. ¿Cómo no iban a plantearse una cosa así? Como se ha visto en infinidad de películas, en las que aparecía ese típico hombre al estilo del «gordo» de Perdidos (nunca he visto la serie así que no se cuál es su nombre) con pelo y barba bien largos y sentado en un cómodo sillón rodeado de cables y pantallas de ordenador (y a lo mejor algún donuts a medio acabar) y que posteriormente se ha cambiado por la figura de la mujer hacker. Pues bien, estos personajes no salían de su casa; ¿Para qué? Podemos comprar la comida por Internet, comprar ropa, incluso recurrir a un medio más antiguo como el teléfono para llamar al fontanero o al hombre del gas (aunque el número de teléfono lo sacamos de Internet). Su trabajo lo hacían desde casa, aunque todos eran hackers y nadie sabe de que trabajan; seguramente se deba a que hacen un trabajo cada cierto tiempo para ayudar al Gobierno de turno a salvar el mundo.

Pues bien, a donde quería llegar es a que nuestros mayores no conocen Internet, pero no ha ocurrido el fenómeno opuesto, es decir, no se han quedado aislados del mundo en que viven. Lo que es más llamativo, al menos según mi punto de vista, es que a ninguna de estas personas mayores les apetece o interesa aprender. Yo lo veo como un miedo al cambio, como una reticencia a darse cuenta de que a su alrededor las cosas se modifican con una rapidez pasmosa, que se están volviendo viejos. Sin embargo, todos conocemos a alguna «abuela marchosa» que hace yoga, cursos del ayuntamiento, etc. y que, aunque apenas use el e-mail, supera sus miedos y se enfrenta a la novedad.

Como dije algo más arriba, también hablamos con algunos jóvenes y parece que a niveles de edad tan bajos la influencia de Internet aún no es la que predican estos «gurús». Apenas dedican su tiempo en Internet a hablar con sus amigos (generalmente para luego salir por ahí) y a hacer trabajos del colegio (aunque también utilizarán esto como excusa para conectarse a Internet). Sin embargo, los periódicos digitales o los blogs no les interesan a estos chicos como imagino que tampoco les deben de interesar los periódicos tradicionales o la radio.

Por último, y ya dejando este tema, me gustaría recomendar otro libro que acabé hará una semana: El mundo de Juan José Millas. Si tuviera que recomendar una película os diría que vierais una de las últimas que va a salir: En tierra hostil.

La revolución del 3D

30 Dic

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Acabo de llegar de ver la nueva película de James Cameron: Avatar. Dos horas y media (sí, ya se que parece mucho tiempo) que se te pasan volando entre una mezcla de humanos, alienígenas de color azul (que creo que son más humanos que los propios humanos, nosotros) bichos y plantas de todos los colores y especies y un sinfín de efectos especiales que logran crear este planeta de fantasía (llamémoslo así).

No os voy a desvelar la película, faltaría más, además prefiero que la veáis porque desde luego que han sido bien empleados esos trescientos millones de dólares (mejor que en armas…) y este gran hombre debería recuperar el dinero que le han prestado (y ya de paso ganarse algún sueldo y fama extra, a parte de los que ya tenía). Sobre lo de las tres dimensiones (lo de las gafitas esas feísimas que hacen que parezca que te llueve encima, que las balas van dirigidas a tu cara o que los malditos bichos pasen rozándote la cabezota) que voy a deciros. Pues muy sencillo, voy a deciros lo que pensaba y lo que ahora pienso.

La primera vez que vi una película en tres dimensiones fue con nueve o diez años, creo recordar aunque no estoy muy seguro de ello. Fue en Barcelona, haciendo una visita a mis primos, y entonces aquello era toda una novedad. En realidad la película que vimos no era tan especial, es más, era más bien una demostración de que lo de las tres dimensiones era de verdad. La siguiente vez fue en el parque de la Warner, en Madrid (no es por hacer publicidad ni nada). Allí había una película en 3D de la máscara y entramos a verla pero tampoco era gran cosa. La última vez, fue en la ciudad de las artes y de las ciencias de Valencia. Igual que en Barcelona, la película no tenía gran cosa; pero entonces llegó el día de hoy, que ya es ayer.

Me he dado cuenta de que, a pesar de lo molesto de las gafas, tampoco está tan mal ver una película en tres dimensiones. Pero lo que es más importante, es un duro golpe contra la piratería, sí. Ya me contarás tú, como pretenderán ahora hacer copias de una película hecha en 3D. ¿Van a poner las gafas delante de la cámara? No creo. A no ser que consigan inventar un filtro para cámaras de video que permita grabar desde las tres dimensiones en dos dimensiones, me temo que lo de la piratería se va a tener que limitar a la música y a las películas antiguas (o que no se hagan en 3D).

Pues eso, en un mundo en el que últimamente parece que la tecnología es lo peor del mundo y que ya no existirá ni libertad ni creatividad y que para conseguir lo segundo hay que prescindir de lo primero o viceversa, sin embargo, parece existir una serie de gente que sigue empleando su pequeña parte de creatividad en evitar que esto suceda y que no tengamos que elegir entre ninguna de estas cosas, que a mi modo de ver, son necesarias para seguir siendo lo que somos (y así de paso puedo seguir escribiendo en mi blog, por lo menos en lo que dure la creatividad).

Como dudo que pueda escribir el día de Nochevieja, os deseo a todos un feliz 2010 y que esta década en la que entramos podamos recordarla por nuevos presidentes de distintas razas en otros países occidentales, por el fin de alguna que otra guerra y no por tanto hambre, tanta miseria y tantos atentados terroristas.