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Brasil crece

2 Ene

Vista aérea del distrito financiero de São Paulo

Comienzo el año nuevo en mi blog con un post (espero que el primero de muchos) sobre una nueva potencia mundial. Antes de que se terminara el 2011, ese año que muchos echarán de menos por lo que parece que se nos viene encima, Brasil superó al Reino Unido y se sitúa ya como sexta potencia económica mundial. Tan solo por detrás de Estados Unidos, China, Japón, Alemania y Francia, Brasil se convierte en el primer país sudamericano en superar a los británicos. Y todo ello viene dado por un tremendo crecimiento de su economía del 7,5% en 2010. Algo impensable desde 2008 para cualquier potencia occidental. A pesar de ello, la crisis también afecta a los países en crecimiento y parece ser que en 2011 el país del orden y el progreso crecerá apenas un 2,9% -lo que no está nada mal-.

Lógicamente, ante los claros signos de desarrollo y la mayor estabilidad del país en comparación con otros como China o India, las inversiones extranjeras se multiplican. Guido Mantega, ministro de economía del país, situó en 65.000 millones de dólares la cifra total de inversión internacional en Brasil en 2011. A pesar de todo, existe prudencia desde el gobierno de Dilma Rouseff que es consciente de que aún necesitan entre 10 y 20 años para alcanzar el desarrollo y la calidad de vida de los países europeos. Unas metas que se pretenden alcanzar mediante la reducción de las diferencias sociales -muy marcadas en ciudades como São Paulo o Río de Janeiro-, las diferencias territoriales –Brasil es el quinto país por extensión territorial– y la mejora de las infraestructuras. Sobre este último tema, alguno, como yo, espera que no copien el nivel de algunos países europeos.

Apenas unos días después de conocer esta noticia, el diario O Estado de São Paulo nos presenta hoy un artículo de Lílian Cunha donde entrevista a distintos antiguos trabajadores de Wall Street que, tras ser despedidos de sus puestos de trabajo a partir de la crisis económica y financiera de 2008, están comenzando a refugiarse en Brasil. Todos presentan una variante común: mientras ven como el mundo occidental tiene muy complicado salir de la crisis, se han parado a observar a los países crecientes y, entre ellos, a Brasil. Entre los ex trabajadores de la bolsa americana también se encuentran brasileños; emigrantes que huyeron de su país a buscar una vida y una formación mejores y que ahora se dan cuenta de que su país está mejor de lo que recuerdan.

Y es que la clase media brasileña ya cuenta con más de 105 millones de personas y, como afirma uno de los entrevistados, «es como el Londres de hace 30 años; al brasileño le gusta consumir».

El artículo mencionado de O Estado de São Paulo puede encontrarse analizado en la página web de El País por Juan Arias en su blog.

El pepino asesino

31 May

La consejera andaluza de Agricultura y Pesca, Clara Aguilera, se come un pepinopara demostrar su inocuidad. EFE Almería

Catorce fallecidos, y más si provienen de un país importante, sobretodo dentro de la Unión Europea, como Alemania, no son moco de pavo. Estas 14 personas que últimamente parecen un simple número de algo mucho más grande, son el daño colateral de un claro error en los controles sanitarios y de calidad que se realizan diariamente dentro de la Unión Europea. Han sido pepinos, tal vez para darle algo de humor a un asunto que, por cierto, nada tiene de risible, como podían haber sido vinos italianos, quesos franceses o pasteles de nata portugueses.

Sin embargo, la principal consecuencia de la noticiabilidad de estos sucesos está recayendo en estos momentos sobre nuestro país, ya que, según calculan los expertos y productores hortícolas españoles, las pérdidas pueden alcanzar los 200 millones de euros por semana, como explicó ayer el director general de la Federación de Productores y Exportadores de Frutas y Hortalizas (Fepex), José María Pozancos. No solo eso, sino que estas pérdidas se están extendiendo a otros productos también hortícolas e incluso hacia algunas frutas. Mercados europeos ya han comenzado a cancelar la importación de pepinos y otros productos españoles, incluyendo Rusia e incluso, aunque en menor medida, el Reino Unido.

Eso sí, la mejor parte del asunto ha comenzado hace apenas 25 minutos. A las 14:20 de hoy, ha aparecido una información por parte de Alemania donde se afirma que «dos de los tres pepinos españoles analizados no eran el foco de la infección de E.coli» (fuente: El País). Ahora bien, la verdadera pregunta es: ¿Quién es el responsable de esta contaminación y, por lo tanto, de las pérdidas que va a generar en nuestro país? Y otra mucho más importante: El responsable, ¿pagará sus errores?

Lo veremos en los próximos días, aunque no esperen un milagro. Estamos hablando de España frente a Alemania, y en prácticamente todos los campos, solemos perder.

Seguiremos informando.

EDIT: En la mayoría de periódicos españoles ya aparece actualizado el breve en el que se confirma la información de El País.

La Ola

4 Abr

Hace ya más de cincuenta años, exactamente en 1967, el profesor de historia Ron Jones elaboró un experimento durante cuatro días en el Instituto Sophomore de Palo Alto, California. El experimento consistía en dar a los alumnos una serie de órdenes de disciplina y convivencia básicas: Mantenerse sentados en sus puestos, levantarse para hablar, no hacer ruido durante más de 30 segundos, creó un saludo propio para el grupo, etc. El segundo día, dio un nombre al grupo: «The Third Wave» (la tercera ola) y ordenó a los alumnos que continuaran el comportamiento de clase fuera de las aulas.

El experimento tomó vida propia. El tercer día pasaron de 30 alumnos a ser 43 y, al final de la clase, cuando el profesor les dio unas pautas para iniciar a los nuevos candidatos que quisieran pertenecer al grupo, pasaban de los 200 alumnos. De hecho, Jones se sorprendió por como, algunos de sus alumnos, comenzaron a avisarle cuando otros miembros del grupo no cumplían las ‘normas’. El cuarto día, al ver que se le iba de las manos, Jones decidió poner fin a su experimento. Ordenó a sus alumnos que prepararan una campaña para el día siguiente, el viernes, en el que todos se reunirían y elegirían a un presidente, contándoles que, incluso, la televisión estaría presente.

Sin embargo, lo que los alumnos encontraron aquel día fue el anuncio por parte del profesor de que todo había sido un experimento, mostrándoles cómo había sido posible el nazismo en Alemania y mostrándoles, para terminar, un video sobre la Alemania de Hitler. Esta historia, quedó más tarde reflejada en el libro ‘The Wave’ de Todd Straser, bajo el pseudónimo de Morton Rhue; novela en la que se basaría la película alemana de 2008 ‘Die Welle‘, La Ola, en su traducción al castellano.

La duda que nos surge, y que ha surgido a muchos psicólogos tras este experimento, es aquella acerca de la posibilidad de controlar y dirigir a un grupo tan grande de gente con mentes tan maleables (recordemos que se trata de adolescentes en su peor etapa) y de que puedan llegar a convertirse en una amenaza, como ocurrió con el nazismo en una época difícil de olvidar. En mi opinión, esperemos que esto no suceda aunque, a pesar de todo, nos encontramos en un momento en el que, una mínima chispa y una supuesta ‘alma carismática’ podrían agitar el mundo de tal manera que se cambie por completo el orden establecido, como hemos visto en tantas revueltas en el Mundo Árabe. Así que indignémonos, pero siempre respetando a los demás y de una manera pacífica. Como propone Stephane Hessel, por ejemplo.

La verdadera crónica del «futuro del periodismo»

24 Feb

En el día de ayer, decenas de jóvenes (la mayoría futuros periodistas) esperábamos ansiosos la conferencia que iba a producirse en el interior del auditorio del Museo Reina Sofía de Madrid. Las cinco cabezas de los cinco grandes, como ya he oído hablar de ellos en alguna ocasión, aquí en Madrid y solo para nosotros. Afortunadamente, fuimos mucho más precavidos que otras personas a las que el pequeño aforo del lugar les dejó fuera. Pero centrémonos en la conferencia, porque no fue tampoco más que eso, aunque muchos esperábamos una mesa redonda; principalmente tras la entrega de una pequeña cuartilla a todos los asistentes de cara a realizar alguna pregunta (y que después nadie recogió).

En primer lugar, con quince minutos de retraso riguroso -no podía faltar en un evento importante en España- se reprodujo un video de presentación de unos largos quince minutos en el que se anunciaba levemente el motivo de la conferencia y se explicaba el tratamiento de los cables provenientes de la plataforma Wikileaks. Un video que, no solo apenas hablaba del futuro del periodismo (supuesto tema central), sino que llegó a hacerse tedioso y aburrido.

A continuación y frente a una audiencia muy joven (la mayoría de personas que esperaban en la cola éramos estudiantes de periodismo) conectada mediante todos los medios posibles, que los cámaras no se cansaron de enfocar, salieron al estrado los cinco grandes: Bill Keller, editor ejecutivo del New York Times; Sylvie Kauffmann, directora de redacción de Le Monde; Javier Moreno, director de El País; Alan Rusbridger, editor de The Guardian; y Georg Mascolo, editor de la revista Der Spiegel. Así es, no eran los cinco grandes; tan solo uno, el nuestro; al resto de periodistas encargados de dar la charla no me gustaría quitarles ningún mérito, para nada, sin embargo, publicitar un evento con cinco directores de periódicos y que luego solamente aparezca uno en mi opinión es publicidad engañosa.

De mucho se habló en esta charla, aunque quizás los aspectos o ideas más interesantes provenían por parte de los ponentes de Le Monde y Der Spiegel; quizás por utilizar un idioma no materno, no trataban de dar vueltas alrededor de una idea y la soltaban de forma clara y directa. Sin embargo, no se puede decir lo mismo del resto. De hecho, no solo no hubo una ronda de preguntas, algo necesario, en mi opinión, si tenemos por una vez en España grandes periodistas de otros países que realizan una mejor labor de nuestro trabajo. Ni hubo ronda de preguntas, ni se habló del futuro del periodismo. El evento de ayer, queridos amigos, fue un simple momento propio utilizado por El País para autopromocionarse a sí mismos, a su máster en periodismo (con el que parece ser que es más sencillo que te contraten), y a la publicación de los cables.

Por supuesto, los futuros periodistas (o presentes) sabemos distinguir entre un debate y una simple autopromoción y para ello utilizamos las herramientas de que disponíamos (ya fuera un ordenador, un iPad o un móvil); sin embargo, en mi opinión y a diferencia de otros países, la mayoría de medios en España aún no han sabido incorporar a su día a día las nuevas tecnologías como algo natural -queda bastante claro al ver el streaming de El País, donde también había autobombo hacia su «propio twitter»: Eskup- a pesar de que, en conferencias como esta, luego se afirme que Internet es el futuro. Amigos, aquí se vuelven a equivocar, y ya lo dijo Alex de la Iglesia en la última gala de los premios Goya: «Internet no es el futuro, Internet es el presente.»