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Reflexiones de España (I)

7 Dic

Desde la perspectiva que creo que me otorga el encontrarme fuera de España me surgen continuamente dudas acerca de la actualidad y de la historia de nuestro país a las que trato de dar respuesta de distintas maneras. Pretendo hacer una serie de posts recuperando este blog para, si no dar esas respuestas, al menos ordenar las ideas en mi cabeza.

El último tema, al que le he dado muchas vueltas en mi cabeza, es el de la ordenación del territorio español. España, como país, es un concepto muy contemporáneo. Si lo analizamos históricamente, y a pesar de esa historia que se ha querido escribir a lo largo del siglo XX especialmente durante y tras la finalización del régimen fascista de Franco, el término ‘España’ lo utiliza por primera vez, como definición de una nación, Pepe Botella, Rey de la España ocupada por los franceses entre 1808 y 1813.

Pero vayamos al origen del término. El término ‘España’ proviene de la denominación romana de la Península Ibérica como Hispania, término desde el que, una vez fueron estableciéndose las diferentes lenguas romances, especialmente a partir de las provenzales, se llegó al término actual.

Los Reyes Católicos (y varios reyes castellanos anteriormente) tenían una fuerte intención de crear un reino unido que conglomerase todo el territorio de la península. Sin embargo, el término ‘España’ se utilizaba siempre en referencia al territorio. Así, por ejemplo, a la hora de referirse al Reino de Al-Andalus, se hablaba de la «España Islámica» en tensión con la «España Cristiana», que agrupaba al resto de reinos reconquistados.

En el mismo proceso de unificación se aprecian características que desvelan la fragilidad de esa unificación de los Reyes Católicos. Cada reino mantenía sus fueros propios, especialmente en el Reino de Aragón, donde la nobleza era más fuerte y no renunciaría fácilmente a sus mayores privilegios en detrimento del poder real.

Carlos I de España y V de Alemania, fue el primero que unió en su persona las coronas de Castilla, Aragón y Navarra. Y ese título lo mantuvieron los reyes que le sucedieron. Sin embargo, España como territorio ‘unificado’ no existía. Ser rey de España, en ese momento, significaba ser rey de Castilla, rey de Aragón y rey de Navarra. Venía todo en un pack, por así decirlo. Es decir, hasta la invasión francesa a comienzos del siglo XIX, lo que ahora conocemos en los libros de historia como ‘El Reino de España’ eran en realidad los reinos de Castilla, Aragón y Navarra que iban pasando de padres a hijos (reales) en forma de herencia.

La ‘unificación’ propiamente dicha de todo el territorio español actual (aunque incluía otros territorios tanto en las llamadas ‘Indias’ como a lo largo de Europa) se produjo con la ascensión al trono de Felipe V. Este, con la implantación de los Decretos de Nueva Planta, eliminó totalmente los privilegios de la Corona de Aragón, que ya le habían causado ‘problemas’ a la monarquía de los Austrias, y comenzó su centralización del estado con capital en Madrid.

Con la llegada de José I Bonaparte al poder, la Junta Suprema Central será la encargada de mantener la centralización de todo el territorio que ostentaba la monarquía borbónica y se pretende que, esta, asegurara la influencia y primacía del Primer Imperio Francés en el territorio. Sin embargo, estos poderes, que eran autóctonos, rechazan, junto al ya existente Consejo de Castilla (del que era reino de Castilla), su proclamación como monarca.

Vuelve Fernando VII como representante máximo del absolutismo en España y le sucede Isabel II. Finalmente se proclamará la Primera República aunque no se llegará a implantar la nueva Constitución debido a las convulsiones políticas existentes, fruto de tres guerras civiles (la carlista, la guerra de los diez años de Cuba y la sublevación cantonal). En esta Primera República Española, Figueras será elegido Presidente del Poder Ejecutivo y, tras un intento de golpe de estado centralista, se avanzará hacia un estado federal en el que a punto estuvo de declararse el Estado Catalán.

El gobierno era caótico y, con las Cortes Constituyentes ya en sesiones, el clima parlamentario era desastre. El propio Figueras llegaría a exclamar en Catalán: «Señores, ya no aguanto más. Voy a serles franco: ¡estoy hasta los cojones de todos nosotros!». Y dimitió a los nueve días de iniciarse las cortes. Ya durante el gobierno de Pi y Margall la lentitud y demora de los debates generó una reacción en cadena que terminó en la sublevación cantonalista ya fuera de tipo provincial como en Valencia o Málaga o municipal como en Cartagena, Sevilla, Salamanca o Algeciras, entre otras poblaciones.

De nuevo, la monarquía vuelve a España con Alfonso XII que suspende los fueros vasco y navarro (los únicos que se mantenían tras su primera anexión al reino de Castilla). Durante su reinado y el de su hijo, Alfonso XIII, movimientos regionalistas seguirán estando presentes, especialmente a nivel catalán, y harán mucho daño a la monarquía.

Finalmente, se proclamará la Segunda República Española y se presentarán estatutos de autonomía en Catalunya y País Vasco (Nuria y Estella) dentro de un modelo federal de estado. El de Catalunya será aprobado, aunque no contentará finalmente a la política catalana y el estatuto vasco, por su incompatibilidad con la Constitución de 1931, tendrá diversos problemas para su aprobación a pesar de acuerdos entre socialistas y nacionalistas vascos (PNV) debido a la presencia carlista y a la situación de Navarra. En Galicia también se comenzó el proceso pero la victoria de la derecha en 1933 hizo que quedase paralizado.

Posteriormente, la guerra civil supone un punto de inflexión en la historia especialmente debido a la represión franquista durante la posguerra que trató de evitar cualquier tendencia contraria al centralismo (a la ‘España: una, grande y libre’). Sin embargo, el problema surge de una transición que se hace, en gran medida, por parte del poder franquista con un sentido claro de continuismo con ruptura (algo difícil de comprender, sin duda) y que genera una situación en España de un régimen de autonomías que se quedó a medio camino.

El camino lógico que, en mi opinión, hubiera seguido el estado español es el de la tendencia anterior existente, es decir, el de una República Federal o, al menos, el de un estado federal. Ahora nos encontramos con lo que conocemos como ‘un problema de nacionalismos’ que no es más que un problema territorial y de soberanía.

Lo que hay que reconocer es que el territorio español no es uno y no tiene una sola cultura. Es el conjunto de diversos territorios con características muy diferentes que deben ser respetadas y en el que se pidió una ronda de ‘café para todos’ cuando muchos no tenían ni sed.

Cambios televisivos personalizados

13 Sep

Una mañana tranquila en Río de Janeiro. A uno, que le da por entrar en Twitter más que de vez en cuando y le gusta fijarse en los Trending Topics. Más que por su importancia periodística o no, por ver de qué hablan los españoles mientras uno está fuera, lejos de casa. En un momento de esos sorprende uno de ellos: Bertín Osborne.

La primera instancia es la de tratar de averiguar, mientras carga la búsqueda del nombre, por qué habrá alcanzado ese puesto entre los temas más comentados. El primer pensamiento es el de «Ahora que están fichando a tanta gente para Televisión Española (véase la nueva tertuliana de Los Desayunos), lo mismo a este lo han colocado ahí también».

Cuál es mi sorpresa cuando, apenas unos segundos después, se confirman mis peores temores. No solo lo que en un primer momento parecía imposible e incluso irónico, sino que la situación empeora todavía más. Bertín Osborne formará parte de La 2. Ese espacio televisivo en el que se daba voz a aquellos que en pocos lugares eran escuchados. Ese último reducto de una mínima cultura, adaptada al día a día e incluso a las nuevas tecnologías y que dejaba de lado prejuicios tratando de acercar a todo el público (aunque este no correspondiera) literatura, ciencia y arte en general.

Pues, ahora, ahí está Bertín Osborne.

El chispazo del becario del Partido Popular

23 Oct

A eso de las tres de la madrugada, me sorprendía al leer el siguiente tuit escrito por la cuenta oficial de Twitter del Partido Popular:

«No estoy aquí para cubrirte las espaldas» #sonmisamigos después de darme una hostia en un bar

Mis sospechas se confirmaban. El becario o joven militante del Partido Popular a quien -inconscientemente- han encargado esta cuenta se iba de marcha y confundía, tal vez afectado por el alcohol, su cuenta personal de Twitter con la oficial del partido. Un error que no tardó en ‘tratar de arreglar’ en apenas 15 minutos cuando, tal vez al ver alguna respuesta a través de la red social, publicaba el tweet posterior:

«El twitt publicado anteriormente, no correspondía a esta cuenta. Pedimos disculpas por el error.»

Imagen de los tweets, escritos a las 3 de la madrugada de ayer.

Mi pequeña reflexión, a estas horas infames de la noche, es la siguiente. ¿No deberían los partidos políticos españoles tener un poco más en cuenta el valor de las redes sociales y en particular de Twitter?
En los últimos meses la red social ha tomado forma en España. A pesar de su larga trayectoria, ha sido en el último año cuando periodistas, políticos, humoristas y ciudadanos de todo tipo han decidido sumarse a la ‘aventura’ del pequeño pajaro azul. Siendo conscientes de la influencia de Twitter, los -inteligentes- consejeros y gabinetes de comunicación de los diferentes líderes a nivel nacional les han llamado la atención a sus jefazos y les han metido, a base de fuerza, en la red. Una red totalmente democrática y en la que, el tiempo, pone a cada uno en su lugar.
Como afirmaba Juan José Millás en un nada despreciable artículo de opinión en la contraportada de El País del pasado 20 de octubre, «tanto el PP como el PSOE han tenido que dotar a sus aspirantes de prótesis virtuales que parecen, paradójicamente, fajas para las hernias inguinales». Estas prótesis, a modo de remiendo, apenas han generado una influencia o una viralidad destacables. La mayor noticia, en distintos medios digitales, acerca del contenido publicado por cuentas de los dos principales partidos era si Mariano o Alfredo tenían más o menos seguidores que el otro.
En conclusión. Lo que realmente deberían hacer los políticos es utilizar las redes sociales como propias, no como extensiones de su gabinete comunicativo. Algunos han optado por esa opción, como los socialistas Patxi López o Elena Valenciano, el popular Antonio Basagoiti o dirigentes de partidos minoritarios como Cayo Lara o López de Uralde. Estos políticos no se ven tanto en la red social como tales, sino más bien como ciudadanos; como personas más allá de su cargo, y eso es lo que realmente agrada al ciudadano español. La cercanía no se consigue estando cerca del votante. La cercanía se alcanza con esfuerzo, con conversación -real- y con mucha escucha.
Esto, en mi opinión, es lo que necesitan muchos de nuestros políticos. Escuchar a todos, por igual, y no cerrarse a lo que ‘los de siempre’ les digan.

La mejor Liga del mundo

31 Ago

Ante todo, debo comenzar -como en muchas ocasiones anterior- disculpándome ante mi deje con este mi blog personal. Pero ha sido verano. Durante estos tres últimos meses las prácticas de agencia, unidas a los días de vacaciones fuera y desconectado del mundo y a mi nuevo -y supuestamente profesional- blog en Tribuna.net no me han permitido tener muy activa esta otra parte de mi trabajo. Más personal, por supuesto, pero trabajo, al fin y al cabo.

Hoy vuelvo a las andadas con un tema del que se habla continuamente, pero desde un punto de vista que pocas veces sale a la luz y que en realidad es de los más importantes. El tema no es complicado: el fútbol. El punto de vista, la toma de contacto, mucho más difícil: Se trata de la economía, el modelo de negocio. Esta mañana desayunaba yo, tranquilamente, leyendo los periódicos, tanto nacional como regional, en mi casa en Salamanca. Por supuesto, siempre alcanza uno la sección de deportes en último lugar, tratando de buscar alguna noticia reseñable de su (sufrida) afición por el equipo de su ciudad cuando una pequeña infografía, que para muchos puede que pasase desapercibida, hace un daño realmente insoportable a los ojos.

Madrid y Barcelona siguen fichando ganen o pierdan.

Tras frotarme los ojos varias veces, me enfrenté de nuevo a la verdad. Allí seguía ella, simple, perfecta, impertérrita. El título: El reparto de los derechos televisivos: Ingresos en Millones de Euros (temporada 2010/2011). En ese momento uno observa los datos del fútbol español. Se comprenden al instante las diferencias entre los dos «grandes» -cuya grandeza ya no proviene de la historia, sino de los ingresos desorbitados- con el resto de equipos ‘candidatos a Europa’ y uno empatiza al instante con los equipos pequeños o modestos y su desesperación lógica cada temporada.

Las comparaciones no tardan en hacerse notar entre el alboroto. La primera, y más simple, la existente entre -de nuevo- los dos ‘grandes’. Madrid y Barcelona reciben, siendo uno primero y el otro segundo, la misma cantidad. Es decir, que independientemente de que uno gane o no la Liga, mientras se mantenga el duopolio a ambos equipos les convendrá mantener este ‘reparto’, que ni siquiera se puede llamar así.

La comparación siguiente, continuando el orden lógico, es la realizada para con los participantes en otras ligas europeas; comenzando con la Premier League inglesa, modelo, a mi modo de ver, del buen fútbol, del espectáculo y de los estadios llenos. Pues bien, el Manchester United, que ha rivalizado en estos últimos años en varias ocasiones con equipos españoles, especialmente con el Fútbol Club Barcelona a quien se ha enfrentado en dos finales de Champions, recibe algo menos de la mitad por ingresos televisivos. Tal vez pueda aparecer en nuestra cabeza el pensamiento de ‘La mejor liga del mundo’, como algunos califican a la española, y que ese sea el motivo por el que el mejor equipo de Inglaterra la temporada pasada obtenga 68.2 millones de euros, muy lejos de los 140 de Madrid y Barcelona.

Luis Astiazarán, presidente de la LFP.

Sin embargo, haciendo unas simples cuentas (las de contabilizar el total de los millones ingresados por equipos de fútbol gracias a la televisión en ambas ligas) aparece un resultado impactante cuanto menos. Los ingresos de clubes ingleses gracias a la televisión alcanzan los 1072 millones de Euros, frente a los 601.4 millones de la Liga española. Es decir, mientras en la Premier League inglesa se trata de hacer un reparto equitativo con diferencias según la posición -la diferencia de ingresos entre primero y último es de 24.2 millones y la máxima diferencia entre dos equipos seguidos en la tabla es de 4 millones- en la Liga española sucede algo totalmente diferente. La diferencia entre primero y último alcanza la cantidad de 128 millones de Euros (más de lo que recibe cualquier equipo de la Premier) así como la diferencia entre primero y segundo y el tercero en discordia es la mayor entre equipos seguidos y alcanza los 98 millones de Euros (de nuevo más de lo que recibe cualquier equipo de la Premier).

Ante esta situación, perfectamente palpable a través de los datos, debemos plantearnos una sencilla pregunta que ya más de uno ha formulado anteriormente: ¿Estamos matando nuestro fútbol? En mi humilde opinión, así es. Estamos beneficiando sobremanera a dos equipos que parecen tocados por la mano de dios y, por lo tanto, intocables por la crítica de la LFP o de la Real Federación Española de Fútbol, con qué motivo. Con una repartición tan desigual tal vez conseguiremos títulos europeos, sí, pero con la condición de eliminar del camino al resto de equipos -también españoles-, eliminando así las ilusiones de miles de personas, de decenas de ciudades, y que de otra manera podrían eliminar deudas que lastran al fútbol de nuestro país. Unas deudas que, aunque presentes en estos dos intocables, no parecen poder con ellos gracias a la ‘paga extra’ que reciben de la televisión y a la clara preferencia hacia ellos por parte de unas autoridades del deporte que únicamente buscan el beneficio.

Este es el verdadero panorama de nuestro fútbol, de nuestro ‘deporte rey’. Yo espero, que algún día de estos, aunque sea a base de boikots por parte del resto de equipos de la liga, cambie la situación y podamos ser, realmente, la mejor liga del mundo. Hasta entonces, buena suerte al resto de equipos y al resto de deportes que, por supuesto, también se ven afectados por este monopolio deportivo de nuestro país.

P.D: A continuación os muestro una fotografía (lamento la calidad) de la infografía sobre los repartos de ingresos televisivos en el fútbol. En La Gaceta de Salamanca del día 31 de agosto de 2011 y cortesía de Infografika.