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Cambios televisivos personalizados

13 Sep

Una mañana tranquila en Río de Janeiro. A uno, que le da por entrar en Twitter más que de vez en cuando y le gusta fijarse en los Trending Topics. Más que por su importancia periodística o no, por ver de qué hablan los españoles mientras uno está fuera, lejos de casa. En un momento de esos sorprende uno de ellos: Bertín Osborne.

La primera instancia es la de tratar de averiguar, mientras carga la búsqueda del nombre, por qué habrá alcanzado ese puesto entre los temas más comentados. El primer pensamiento es el de «Ahora que están fichando a tanta gente para Televisión Española (véase la nueva tertuliana de Los Desayunos), lo mismo a este lo han colocado ahí también».

Cuál es mi sorpresa cuando, apenas unos segundos después, se confirman mis peores temores. No solo lo que en un primer momento parecía imposible e incluso irónico, sino que la situación empeora todavía más. Bertín Osborne formará parte de La 2. Ese espacio televisivo en el que se daba voz a aquellos que en pocos lugares eran escuchados. Ese último reducto de una mínima cultura, adaptada al día a día e incluso a las nuevas tecnologías y que dejaba de lado prejuicios tratando de acercar a todo el público (aunque este no correspondiera) literatura, ciencia y arte en general.

Pues, ahora, ahí está Bertín Osborne.

La mejor Liga del mundo

31 Ago

Ante todo, debo comenzar -como en muchas ocasiones anterior- disculpándome ante mi deje con este mi blog personal. Pero ha sido verano. Durante estos tres últimos meses las prácticas de agencia, unidas a los días de vacaciones fuera y desconectado del mundo y a mi nuevo -y supuestamente profesional- blog en Tribuna.net no me han permitido tener muy activa esta otra parte de mi trabajo. Más personal, por supuesto, pero trabajo, al fin y al cabo.

Hoy vuelvo a las andadas con un tema del que se habla continuamente, pero desde un punto de vista que pocas veces sale a la luz y que en realidad es de los más importantes. El tema no es complicado: el fútbol. El punto de vista, la toma de contacto, mucho más difícil: Se trata de la economía, el modelo de negocio. Esta mañana desayunaba yo, tranquilamente, leyendo los periódicos, tanto nacional como regional, en mi casa en Salamanca. Por supuesto, siempre alcanza uno la sección de deportes en último lugar, tratando de buscar alguna noticia reseñable de su (sufrida) afición por el equipo de su ciudad cuando una pequeña infografía, que para muchos puede que pasase desapercibida, hace un daño realmente insoportable a los ojos.

Madrid y Barcelona siguen fichando ganen o pierdan.

Tras frotarme los ojos varias veces, me enfrenté de nuevo a la verdad. Allí seguía ella, simple, perfecta, impertérrita. El título: El reparto de los derechos televisivos: Ingresos en Millones de Euros (temporada 2010/2011). En ese momento uno observa los datos del fútbol español. Se comprenden al instante las diferencias entre los dos «grandes» -cuya grandeza ya no proviene de la historia, sino de los ingresos desorbitados- con el resto de equipos ‘candidatos a Europa’ y uno empatiza al instante con los equipos pequeños o modestos y su desesperación lógica cada temporada.

Las comparaciones no tardan en hacerse notar entre el alboroto. La primera, y más simple, la existente entre -de nuevo- los dos ‘grandes’. Madrid y Barcelona reciben, siendo uno primero y el otro segundo, la misma cantidad. Es decir, que independientemente de que uno gane o no la Liga, mientras se mantenga el duopolio a ambos equipos les convendrá mantener este ‘reparto’, que ni siquiera se puede llamar así.

La comparación siguiente, continuando el orden lógico, es la realizada para con los participantes en otras ligas europeas; comenzando con la Premier League inglesa, modelo, a mi modo de ver, del buen fútbol, del espectáculo y de los estadios llenos. Pues bien, el Manchester United, que ha rivalizado en estos últimos años en varias ocasiones con equipos españoles, especialmente con el Fútbol Club Barcelona a quien se ha enfrentado en dos finales de Champions, recibe algo menos de la mitad por ingresos televisivos. Tal vez pueda aparecer en nuestra cabeza el pensamiento de ‘La mejor liga del mundo’, como algunos califican a la española, y que ese sea el motivo por el que el mejor equipo de Inglaterra la temporada pasada obtenga 68.2 millones de euros, muy lejos de los 140 de Madrid y Barcelona.

Luis Astiazarán, presidente de la LFP.

Sin embargo, haciendo unas simples cuentas (las de contabilizar el total de los millones ingresados por equipos de fútbol gracias a la televisión en ambas ligas) aparece un resultado impactante cuanto menos. Los ingresos de clubes ingleses gracias a la televisión alcanzan los 1072 millones de Euros, frente a los 601.4 millones de la Liga española. Es decir, mientras en la Premier League inglesa se trata de hacer un reparto equitativo con diferencias según la posición -la diferencia de ingresos entre primero y último es de 24.2 millones y la máxima diferencia entre dos equipos seguidos en la tabla es de 4 millones- en la Liga española sucede algo totalmente diferente. La diferencia entre primero y último alcanza la cantidad de 128 millones de Euros (más de lo que recibe cualquier equipo de la Premier) así como la diferencia entre primero y segundo y el tercero en discordia es la mayor entre equipos seguidos y alcanza los 98 millones de Euros (de nuevo más de lo que recibe cualquier equipo de la Premier).

Ante esta situación, perfectamente palpable a través de los datos, debemos plantearnos una sencilla pregunta que ya más de uno ha formulado anteriormente: ¿Estamos matando nuestro fútbol? En mi humilde opinión, así es. Estamos beneficiando sobremanera a dos equipos que parecen tocados por la mano de dios y, por lo tanto, intocables por la crítica de la LFP o de la Real Federación Española de Fútbol, con qué motivo. Con una repartición tan desigual tal vez conseguiremos títulos europeos, sí, pero con la condición de eliminar del camino al resto de equipos -también españoles-, eliminando así las ilusiones de miles de personas, de decenas de ciudades, y que de otra manera podrían eliminar deudas que lastran al fútbol de nuestro país. Unas deudas que, aunque presentes en estos dos intocables, no parecen poder con ellos gracias a la ‘paga extra’ que reciben de la televisión y a la clara preferencia hacia ellos por parte de unas autoridades del deporte que únicamente buscan el beneficio.

Este es el verdadero panorama de nuestro fútbol, de nuestro ‘deporte rey’. Yo espero, que algún día de estos, aunque sea a base de boikots por parte del resto de equipos de la liga, cambie la situación y podamos ser, realmente, la mejor liga del mundo. Hasta entonces, buena suerte al resto de equipos y al resto de deportes que, por supuesto, también se ven afectados por este monopolio deportivo de nuestro país.

P.D: A continuación os muestro una fotografía (lamento la calidad) de la infografía sobre los repartos de ingresos televisivos en el fútbol. En La Gaceta de Salamanca del día 31 de agosto de 2011 y cortesía de Infografika.

Una dimisión esperada

24 Mar

«Ahora, y como siempre, confio en los portugueses y en su adecuado juicio. Ahora, y como siempre, yo confío en Portugal.» Así terminaba ayer, a las nueve y diez minutos de la noche de Lisboa -las diez y diez minutos en hora peninsular- el discurso de José Sócrates, ya ex-primer ministro de Portugal, en el que anunciaba su dimisión. Una dimisión ya tímidamente anunciada en el momento en que, el Parlamento portugués, rechazó el cuarto PEC (Programa de Estabilidad y Crecimiento) propuesto por el gobierno -en minoría- socialista.

Este cuatro programa de estabilización económica había sido presentado hacía menos de dos semanas en Bruselas (el día 11 de marzo), algo que no había sido del agrado de la opinión pública portuguesa, por el simple hecho de no presentarlo con anterioridad en el Parlamento y de no haber contado con la oposición en su elaboración. Este plan de austeridad pretendía garantizar la reducción del déficit portugués hasta el 2% en 2013, endureciendo la presión fiscal y recortando las pensiones más altas, asegurando así acabar el año en torno a un 4.6% de déficit.

Sin embargo, por un lado los partidos de tendencia marxista (con 31 diputados de 230) que han presentado propuestas en contra del PEC 4, y por otro lado la oposición conservadora, que hasta ahora había mantenido la abstención permitiendo así que se aprobasen los anteriores programas de austeridad, no han aceptado un nuevo plan de emergencia. Según pronunció anoche en su discurso Sócrates, se trata de «un mero calculismo político por parte de algunos partidos, que les preocupa más su ascenso al poder que la situación de Portugal». A pesar de todo, era la crónica de un rescate anunciado ya por países como Irlanda y Grecia.

Posteriormente, en parte de su breve discurso, el ex-primer ministro relató algunos de los problemas que generará la no aprobación de este nuevo plan de estabilización. Según afirmaba «esta crisis política en este momento tiene consecuencias muy graves sobre la confianza que Portugal necesita tener ante los mercados financieros», y continuó con la idea de que, un rescate por parte de la Unión Europea, sería mucho peor que tratar de resolver los «propios problemas».

Por último, cerró el discurso acusando a la oposición: «los que la provocaron [esta crisis de Gobierno] sin ningún fundamento serio, son ahora los responsables y se atendrán a las consecuencias». Lo que muchos se preguntan ahora en España es, si Portugal también ha caído a pesar de las medidas realizadas, ¿será ahora España la siguiente? En mi opinión, es imposible saberlo, aunque queda clara la importancia de la unidad del Parlamento y del Sentido de Estado frente al partidismo que, aquí, en el país vecino, también existe. Eso sí, en Portugal, si no se puede hacer más ni mejor, se dimite; algo que aquí no ocurre.

Añado el discurso íntegro (en portugués) de José Sócrates ayer y un pequeño clip (el más largo que he encontrado) traducido al castellano. Para ver el discurso íntegro doblado al castellano, pinche aquí.

¡Que no estamos tan mal!

25 Ene

Primer día de clases. Este día cambia mucho, dependiendo de nuestra edad, sobretodo. Recuerdo los primeros años, en infantil o en primaria, que para nada querías volver a empezar. Durante las vacaciones de Navidad te lo pasabas tan bien… y encima no te dejaban nada de tiempo para disfrutar de los regalos de reyes. Más tarde, compensabas esa tristeza con la alegría de volver a ver a la gente de clase, que al fin y al cabo, con muchos ya llevabas la mayor parte de tu vida, y tenías ganas, lógicamente. Ahora, como universitario, tengo algo más de tiempo para disfrutar los (cada vez menos) regalos, aunque, eso sí, entre exámenes.

El caso es que ahora, nos encanta empezar las clases. Obviamente no dejaríamos de lado algo más de vacaciones; pero esa «Semana Blanca» que al parecer en otros años y otras universidades existía, ya parece una más de esas estúpidas leyendas urbanas. Digo que nos encanta, porque vivimos en un mundo en el que nos encanta lo nuevo -menos todos esos programas que desgraciadamente (o gracias a dios) apenas pasan de su primera o segunda emisión- y tener asignaturas nuevas y profesores nuevos nos da algo de curiosidad.

Hoy comenzamos con Métodos de Investigación Periodística y Televisión, y fue en esta clase en la que, durante las presentaciones, debíamos comentar (además de los datos útiles para otros asistentes) por qué nos gusta o no la televisión. Yo dije mi opinión sincera que aproximadamente fue: «Hay tanta basura en la televisión que lo que espero de esta asignatura sea aprender a hacer algo de tele de la buena». Y en esto venía pensando yo, ya terminadas las clases, de vuelta a casa. Pero, ¿por qué a la gente le gusta la telebasura? ¿Acaso no ven cómo les atonta las mentes? Porque esta es la única razón por la que existe y va cada vez a más: porque la gente la ve.

Pero tampoco hay que desanimarse, me gusta por ejemplo el positivismo de algunos periodistas. El de Andrés Rodríguez, director de Esquire, en su pequeño artículo de opinión del número de febrero, o el que expresaba Iñaki Gabilondo en Buenafuente apenas hace unos días. Porque este mundo no se nos acaba; porque los periódicos, como la radio en su día, no morirán; porque (seamos algo cínicos) los momentos de crisis han sido los mejores tiempos para el periodismo o la cultura. Veámosle el lado positivo a las cosas; como decía el Señor LaPorta: «¡Qué no estamos tan mal!»