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Menos coches robados a pesar de policías vagos

3 Ene

Brasil es un país enorme. Como tal, hay muchas ciudades dignas de conocer, existiendo grandes diferencias entre las ciudades del norte y las del sur, con miles de kilómetros entre medias. Brasilia es la capital administrativa y São Paulo la capital financiera; sin embargo, parece seguir siendo Río de Janeiro la ciudad que más representa el aspecto y estereotipo brasileño.

Carretera Lagoa-Barra en Río de Janeiro

Dentro de este estereotipo nos encontramos con una lacra: la violencia. Esa violencia que, en los últimos años, tanto la población como los políticos –y demos gracias que cada vez más de estos últimos- se han esforzado tanto en hacer desaparecer. Grandes películas como Cidade de Deus o Tropa de Elite nos muestran terribles escenas de violencia. No por la violencia en sí, que podríamos observar en cualquier película bélica o de acción, sino por la cotidianeidad de la misma.

Y algo cotidiano en Río de Janeiro, además del trapicheo de droga que aparece en estas cintas, es el robo de coches. A pesar de todo, en este último año 2011, el robo de automóviles ha vuelto a descender y marca el nivel más bajo desde el año 1992, primer año en que comenzó a realizarse esta estadística. 19.311 casos, frente a los 20.052 de 2010 es una bajada considerable aunque, como es fácil deducir, el número de coches robados sigue manteniéndose en cuotas altísimas.

Según la delegación de robos y hurtos de automóviles de Río de Janeiro, el descenso de los casos se debe tanto a la “intensificación de las investigaciones como a la pacificación de zonas descontroladas”. El resultado, al fin y al cabo, es que, en algunas zonas, el robo de vehículos ha descendido más de un 40%. Una buena noticia tanto para la policía como para la ciudadanía en general.

A pesar de ello, leía esta mañana la tribuna de Jorge Antonio Barros de hace unos días donde contaba una experiencia propia en la que, tras presenciar un hurto en plena calle, en la zona del Leblon (barrio de clase media-alta), tres policías apenas movieron un solo brazo. Eso sí, la ciudadanía carioca ya no está dispuesta a la vagancia policial y lograron, al menos, que éstos comunicaran la incidencia a la central.

Brasil crece

2 Ene

Vista aérea del distrito financiero de São Paulo

Comienzo el año nuevo en mi blog con un post (espero que el primero de muchos) sobre una nueva potencia mundial. Antes de que se terminara el 2011, ese año que muchos echarán de menos por lo que parece que se nos viene encima, Brasil superó al Reino Unido y se sitúa ya como sexta potencia económica mundial. Tan solo por detrás de Estados Unidos, China, Japón, Alemania y Francia, Brasil se convierte en el primer país sudamericano en superar a los británicos. Y todo ello viene dado por un tremendo crecimiento de su economía del 7,5% en 2010. Algo impensable desde 2008 para cualquier potencia occidental. A pesar de ello, la crisis también afecta a los países en crecimiento y parece ser que en 2011 el país del orden y el progreso crecerá apenas un 2,9% -lo que no está nada mal-.

Lógicamente, ante los claros signos de desarrollo y la mayor estabilidad del país en comparación con otros como China o India, las inversiones extranjeras se multiplican. Guido Mantega, ministro de economía del país, situó en 65.000 millones de dólares la cifra total de inversión internacional en Brasil en 2011. A pesar de todo, existe prudencia desde el gobierno de Dilma Rouseff que es consciente de que aún necesitan entre 10 y 20 años para alcanzar el desarrollo y la calidad de vida de los países europeos. Unas metas que se pretenden alcanzar mediante la reducción de las diferencias sociales -muy marcadas en ciudades como São Paulo o Río de Janeiro-, las diferencias territoriales –Brasil es el quinto país por extensión territorial– y la mejora de las infraestructuras. Sobre este último tema, alguno, como yo, espera que no copien el nivel de algunos países europeos.

Apenas unos días después de conocer esta noticia, el diario O Estado de São Paulo nos presenta hoy un artículo de Lílian Cunha donde entrevista a distintos antiguos trabajadores de Wall Street que, tras ser despedidos de sus puestos de trabajo a partir de la crisis económica y financiera de 2008, están comenzando a refugiarse en Brasil. Todos presentan una variante común: mientras ven como el mundo occidental tiene muy complicado salir de la crisis, se han parado a observar a los países crecientes y, entre ellos, a Brasil. Entre los ex trabajadores de la bolsa americana también se encuentran brasileños; emigrantes que huyeron de su país a buscar una vida y una formación mejores y que ahora se dan cuenta de que su país está mejor de lo que recuerdan.

Y es que la clase media brasileña ya cuenta con más de 105 millones de personas y, como afirma uno de los entrevistados, «es como el Londres de hace 30 años; al brasileño le gusta consumir».

El artículo mencionado de O Estado de São Paulo puede encontrarse analizado en la página web de El País por Juan Arias en su blog.